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viernes, 12 de febrero de 2010

Homenaje a Toné

Intervención del camarada Manuel Cruz Vias del Ateneo Republicano de Puerto Real:

Recordar es traer a la memoria, tener presente a algo o alguien para que no caiga en el olvido. Eso es lo que pretendo con esta, mi intervención, representando al Ateneo Republicano de Puerto Real: traer a la memoria, tener presente el valioso testimonio que nos ha dejado Toné, y, a la par, porque nos consta que era uno de sus máximos anhelos, reivindicar la recuperación de la memoria histórica, rescatándola del olvido y el silencio. (Hoy, precisamente, es noticia que el Tribunal Supremo quiere sentar en el banquillo al Juez Baltasar Garzón, acusándolo de prevaricador por haber abierto la primera causa penal por los crímenes del Franquismo; noticia chocante, que no debiera sorprendernos si tenemos en cuenta que más de la mitad de los actuales magistrados de ese Tribunal juraron lealtad a Franco y a los Principios Fundamentales del Movimiento en el desempeño de su función, y que no sólo ellos juraron esa fidelidad a Franco y sus Leyes, sino que también lo hizo el Rey, en cuyo nombre se administra la justicia, según la Constitución.)
Una de las citas más repetidas del poeta y dramaturgo Bertolt Brecht es la que valora a las personas en relación con su grado de compromiso. Decía el pensador alemán: “Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida…esos son los imprescindibles”.
El pasado día 30 de julio se fue de nuestro lado (que no de nuestra memoria) una de esas personas imprescindibles a las que se refería Bertolt Brecht: nuestro compañero, camarada y amigo Narciso Torrente Larrosa. Toné, ferviente republicano, que conoció la Segunda República (un niño republicano, decía de sí mismo que era), la derrota de ésta por la fuerza de las armas, y el exilio tanto exterior como interior, se marchó sin conocer la Tercera. Y no ha sido por falta de ganas ni esfuerzo y dedicación por conseguirlo.
El de su nacimiento fue un año de grato recuerdo. Año bueno como pocos ha conocido la historia de España: Toné vino al mundo al siguiente de que lo hiciera la Segunda República. Y fue la de su nacimiento una época esplendorosa, para enmarcar y recordar, porque, justamente, por aquellos días, en España, según dejó relatado D. Antonio Machado, (y cito textualmente):“unos cuantos hombres honrados, que llegaban al poder sin haberlo deseado, acaso sin haberlo esperado siquiera, pero obedientes a la voluntad progresiva de la nación, tuvieron la insólita y genial ocurrencia de legislar atenidos a normas estrictamente morales, llenos de respeto, mesura y tolerancia, sin atropellar ningún derecho ni desertar de ninguno de sus deberes ”.
En esa singular Belle Epoque de nuestra Historia, en que Toné nació, ese puñado de hombres y mujeres, cabales y honrados como los definió Machado, para atender a una población casi en su totalidad analfabeta e inculta (que incluía a un millón y medio de niños sin escolarizar), acometía la extraordinaria labor de construir 27.000 escuelas, crear 7.000 plazas de maestros, y llevar el conocimiento a los más recónditos parajes de España mediante las abnegadas Misiones Pedagógicas. Nació en el mismo año en que el Gobierno de la República puso en marcha, contra la criminal resistencia de los latifundistas, la reivindicada reforma agraria, con el objetivo de que cada año se asentaran en los predios sin cultivar entre 60.000 y 75.000 familias (“comed República”, respondían los terratenientes a los jornaleros cuando pedían trabajo).
Nació Toné el mismo Año, en que, por vez primera, un gobierno dicta leyes en España poniendo fin a las intromisiones del clero y la milicia en los asuntos públicos. El año en que España estrenaba la primera Constitución redactada por unas Cortes verdaderamente representativas (fue ésa, y no la de 1812, la primera constitución española, que, en puridad, merece el calificativo de democrática). Constitución (aprobada en diciembre de 1931) que fue inspiración y referencia de las que posteriormente se promulgaron en Europa y América; Ley de Leyes, que, en su primer artículo, definió a España (de manera insuperable) como República democrática de trabajadores de toda clase, organizada en régimen de libertad y de justicia; que declaraba solemnemente, en el segundo artículo, que todos los españoles son iguales ante la Ley (absolutamente todos, sin privilegio fundamentado en la filiación o nacimiento, el sexo, la clase social, las ideas políticas y las creencias religiosas, como enfatizaba el artº 25); Constitución que, sin precedente al respecto, dando muestras de la vocación pacífica de las mujeres y hombres de España, declaró renunciar a la guerra como instrumento de política nacional; y que, para acabar con la injusta y discriminatoria minusvaloración social de la mujer, y su sometimiento al varón, proclamó la plena la igualdad jurídica de mujeres y hombres.
Nació pues, nuestro admirado compañero Toné, cuando el gobierno que se había dado el pueblo estaba inmerso en la colosal empresa de enganchar a España en el tren de la modernidad y del progreso, sobre la base de los principios universales de legalidad, igualdad y fraternidad. (Coinciden hoy los historiadores –menos los revisionistas, claro está- en que, si hubieran dejado en paz a la República, con tales gobernantes y propósitos como tenía, no solo se habría podido enganchar España a ese tren –el de la modernidad-, sino que, más aún, de no haber sido derrotada, hoy se hablaría de España como de la potente –pero pacífica- locomotora que estaría tirando del tren de las naciones).
Pero, como si de un mal sueño se tratara, las que se aventuraban plácida niñez para nuestro personaje, y feliz andanza para el régimen político que el pueblo se había dado, se vieron pronto truncadas por el levantamiento en armas de los facinerosos y reaccionarios, que se resistían a perder sus privilegios. A tanta dicha puso fin la rebelión de los hacendados, banqueros, militares decimonónicos y la mayor parte del clero, capitaneados todos por el cobarde, perjuro y sanguinario General Franco, con el decisivo apoyo, militar y económico, de los regímenes nazis y fascistas de Europa, y el encogimiento de hombros de las llamadas democracias occidentales que miraron para otro lado.
Hablaron las armas, callaron las palabras; la concordia fue dinamitada; llegó la guerra…y, con ella, el dolor y la tristeza.
Tristeza de la que Miguel Hernández, el Poeta del Pueblo, de quien este año celebramos el centenario de su nacimiento, y que murió en prisión a la edad de 31 años cuando cumplía condena de 30, tras serle conmutada la pena de muerte impuesta por un arbitrario consejo de guerra, expresó con los siguientes versos:
Tristes guerras si no es amor la empresa; tristes, tristes/ tristes armas si no son las palabras; tristes, tristes/ tristes hombres si no mueren de amores; tristes, tristes..
Y luego de la guerra, con la amargura de la derrota, acompañando en el éxodo a medio millón de españoles: el trágico exilio. Y en Venezuela, que lo acogió, la nostalgia por la patria perdida. La añoranza de la que dejó testimonio Rafael Alberti, con las Canciones y Baladas del Paraná, compuestas en su exilio americano, de las que es hermosísimo ejemplo la CANCION NUMERO 8:
Hoy las nubes me trajeron,
volando, el mapa de España.
¡Qué pequeño sobre el río
y qué grande sobre el pasto
la sombra que proyectaba!
Se le llenó de caballos
la sombra que proyectaba.
Yo, a caballo por su sombra
busqué mi pueblo y mi casa.
Entré en el patio que un día
fuera una fuente con agua.
Aunque no estaba la fuente,
la fuente siempre sonaba.
Y el agua que no corría
volvió para darme agua.


En Venezuela le sobrevino a Toné la Dictadura militar de Marcos Pérez Jiménez, (uno de tantos sátrapas y marionetas como han puesto y siguen manteniendo los yanquis en América Latina para amordazarla y exprimirla), que ilegalizó a los partidos políticos y persiguió con singular crudeza a sus opositores.

De nuevo en camino. Y del exilio exterior, de vuelta a España, pasó al no menos terrible y margo exilio interior. Aquí se encontró con un país yermo, atrasado, cutre (expresión que Toné empleaba con frecuencia), en blanco y negro (aunque más negro que blanco), que tenía sepultados en las cunetas de los caminos y carreteras, y en los exteriores de sus cementerios, a decenas de miles de desaparecidos por la represión franquista; y con un gobierno que, a la vez que le daba la bienvenida a Mr. Marshall y sus Bases militares, reprimía con saña a quien osara alzar la voz contra el régimen fascista instaurado, y mantenía hacinados en las cárceles a miles de republicanas y republicanos. Entre éstos, al ejemplar y entrañable Marcos Ana, que llevaba recluido 15 años cuando Toné regresó a España, y aún habría de esperar 8 más para salir de prisión. (De su estancia en las cárceles franquistas, cuando llevaba 22 años ininterrumpidos de tortura y cautiverio y dos condenas a muerte, es el Poema La Vida, que Toné, al igual que muchos de los que estamos ahora aquí, tuvo –tuvimos- el inmenso placer de oir recitar al propio Marcos Ana, cuando nos honró con su presencia en los actos conmemorativos de la Segunda República, organizados por el Ateneo en Abril del año pasado):
Decidme cómo es un árbol.
Decidme el canto del río
cuando se cubre de pájaros.
Habladme del mar, habladme
del olor ancho del campo,
de las estrellas, del aire.
Recitadme un horizonte
sin cerradura y sin llaves,
como la choza de un pobre.
Decidme cómo es el beso
de una mujer. Dadme el nombre
del amor, no lo recuerdo.
¿Aún las noches se perfuman
de enamorados con tiemblos
de pasión bajo la luna?
¿O sólo queda esta fosa,
la luz de una cerradura
y la canción de mis losas?
Veintidós años…Ya olvido
la dimensión de las cosas,
su color, su aroma…Escribo
a tientas: “el mar”, “el campo”…
Digo “bosque” y he perdido
la geometría del árbol.
Hablo, por hablar, de asuntos
que los años me borraron
(no puedo seguir, escucho
los pasos del funcionario)

A pesar de que fueron años de férrea dictadura los que, a su regreso, se vivieron en España, Toné, ni se ocultó, ni enmudeció: Su militancia comunista no conoció tregua, tanto en tareas políticas, como sindicales; en la clandestinidad primero, y a continuación en la legalidad. (De esa etapa, su amigo Miguel Cuesta, que me sucederá en el uso de la palabra, tendrá imborrables recuerdos)

En Puerto Real hemos tenido el privilegio de compartir con él los últimos 13 años de su vida, y, por tanto, de conocer de cerca su bonhomía e impecable honradez, su lucidez y sabiduría, y su inquebrantable republicanismo.

Para el Ateneo Republicano, del que fue uno de sus impulsores y fundadores, ha sido, es y seguirá siendo, espejo en el que mirarnos todos cuantos consideramos la vocación por la “res pública” (la cosa pública), como el más noble fin al que dedicarle nuestro tiempo y empeño. En su persona hemos visto encarnados los valores que el republicanismo representa: el servicio público y la solidaridad, frente al individualismo y el sálvese quien pueda; la decencia y la honestidad frente a la inmoralidad y la corrupción; la razón y el conocimiento, frente a la ignorancia y la intransigencia dogmática.
Con la marcha de Toné, al jardín de la Casa Municipal de la Juventud (donde el Ateneo se gestó, constituyó, y realiza la mayoría de sus actos), es como si le hubieran arrancado una de sus majestuosas palmeras: Sin Toné ya no serán iguales las noches veraniegas de cine republicano. Tampoco han sido lo mismo las conferencias y exposiciones que hemos organizado desde que nos dejó…(ni por supuesto, las subsiguientes prolongaciones de esos actos en el Bar Dorado, entre vinos, cervezas y pescao frito). Tampoco serán iguales las celebraciones primaverales del aniversario de la Segunda República.

El año pasado, en Febrero, homenajeamos juntos a D. Antonio Machado, en la Plaza del Ayuntamiento, con una lectura de sus poemas, el día en que se cumplió 70 años de la muerte del poeta en el exilio. Este año, en los actos del Centenario del nacimiento de Miguel Hernández, echaremos en falta la voz grave de Toné. (Memorables han sido sus recitados, como el que hizo del poema de Alberti, UN BURRO EXPLOSIVO PARA FRANCO, el 14 de abril de hace dos años, así mismo en la Plaza del Ayuntamiento:)

Tú todavía, general botijo,
caudillo cantimplora sin pitorro,
liliputiense, hijo
de zorra cabezorra y cabezorro?
Di Francisco, ¿hasta cuándo,
con tus bordados camisones nuevos,
de cara al sol y caraculeando,
nos tocarás las yemas de los huevos?
Contempla, rebozado cochifrito,
la desgraciada Italia de Benito,
la Alemania de Adolfo destrozada…
Pero siendo tan chico de estatura
para contemplar nada,
sube a admirarlas, paticuesco enano,
desde la interminable sepultura
de tanta España muerta por tu mano.
¿Qué ves? Verde te veo,
no de aquél bello azul, azul de Prusia,
que la Falange (luego Falangeta
cuando se le encogió y heló el respiro
traseramente en Rusia)
viera desvanecerse en la puñeta.
¿Duermes tranquilo, Franco?
Cómo son al sentarte tus mañanas,
si atacado de espaldas y de flanco
por tus erectas guardas africanas
velas sin vela, ¡oh Canco, Canco, Canco!
Arriba ya, paneque¡ Baila, andorga;
peonza que al final democratizas;
baila, culo hecho trizas,
baila, Generalísimo pandorga,
sieso manido, sieso
patibulario tieso y patitieso!
Muerto estás ya, Paquita la Católica,
Isabel del Ferrol y de Castilla.
Tu España carajólica
te despide: ¡Presente!
mientras que a los luceros, amarilla,
sube la gloria de mojón caliente.


No. Sin duda alguna, no serán iguales las actividades del Ateneo Republicano sin Narciso Torrente Larrosa; de hecho, ya notamos profundamente su ausencia y magisterio.
Pero no podemos detenernos. Otra España más justa, solidaria y fraternal –particularmente con los que vienen de fuera huyendo de la miseria, el hambre y las guerras ocasionadas por el primer mundo-, es necesaria y posible.

¡Ciudadanas, ciudadanos! Porque va contra la naturaleza de las cosas, la monarquía, tarde o temprano caerá. Pero si se seguimos el ejemplo de Toné, la República llegará más temprano que tarde: la Tercera estará a nuestro alcance. ¡Vayamos a por ella!. SALUD Y REPUBLICA

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